Atardecer en Cabo Higuer (País Vasco)

El mar, como podría suponerse, señalaba el final. Pero esta vez, a diferencia de otras, también indicaba el principio. El bravo romper de las olas sobre las afiladas rocas de la costa vasca y las oscuras aguas del Cantábrico marcaban una sobria casilla de salida que pronto acabó desapareciendo a mis espaldas. La meta estaba mucho más lejos, mucho más allá de donde llegaban la vista y la imaginación. Allí donde me encaminaban los anhelos, la meta volvería a formarla la superficie brillante, cambiante y rugiente de otro mar. El Mediterráneo. Y entre medias nada más y nada menos que 850 kilómetros de pura y salvaje roca. Los Pirineos.

El corazón del Pirineo de Huesca con Punta de las Olas, Monte Perdido y Marboré (Huesca, Aragón)

Els encantats, icono del parque nacional de Aigüestortes (Lleida, Cataluña)

Puerto de Aisa (2262 m.) con el Midi d’Ossau y el Anayet al fondo (Huesca, Aragón)

Macizo del Balaitus, visto desde la subida hacia el paso de Tebarray (2765 m.) (Huesca, Aragón)

El impresionante amanecer desde la Estiva (Huesca, Aragón)

Atardecer sobre Ordesa, cerca del refugio de Góriz (Huesca, Aragón)

El descomunal valle de Bujaruelo (Huesca, Aragón)

Atardecer sobre los Ibones Altos de Brazato, vistos desde el Puerto Viejo (Huesca, Aragón)

El reto imponía: atravesar los Pirineos, recorrer la senda transpirenaica, el GR11, en autosuficiencia. Cruzar esa imponente cordillera, esa descomunal frontera natural que nos separa de Francia y que año tras año me ha ido robando un trocito de corazón había sido siempre un pequeño sueño para el que jamás pensé que iba a estar preparado. Solo me había atrevido a tantearla a pequeños mordiscos en rutas circulares desperdigadas que siempre me dejaban con la boca abierta, el alma feliz y el cuerpo devastado.

El faro de Cabo Higuer, punto de Inicio del GR11 (Hondarribia, País Vasco)

Atardecer en la subida a Peña Ezkaurri (Navarra)

El impresionante valle de Ordesa (Huesca, Aragón)

Ibón de Llardaneta al amanecer (Huesca, Aragón)

Valle del Madriu-Perafita-Claror (Andorra)

Las selvas de vegetación sobre terreno volcánico en la Alta Garrotxa (Girona, Cataluña)

Tramo final del Valle de Añisclo (Huesca, Aragón)

Forcau Baixero y Alto, al amanecer de camino a la cumbre del Posets (Huesca, Aragón)

A lo largo de los años había visitado Ordesa, recorrido Carros de Foc (Aigüestortes), la Senda de Camille (Valles Occidentales), la Porta del Cel (Alto Pirineo), Cavalls del Vent (Cadí-Moixeró), las Feixas… y nunca me había cansado de esos parajes infinitos, de esos valles imposibles, de esos cortados inaccesibles. Con la paciencia de los pasos había ido descubriendo los secretos de sus pliegues pero no dejaba de ser conocimiento desperdigado, fascículos desordenados e incompletos de una obra mucho más grandiosa que era incapaz de entender.

Macizo del Aneto al atardecer (Huesca, Aragón)

Refugio de Baiau (2517 m.) (Lleida, Cataluña)

Río Ara cerca de San Nicolas de Bujaruelo (Huesca, Aragón)

El pico Vignemale (3298 m.) saliendo de entre las nubes al atardecer (Huesca, Aragón)

Ibones azules (2380 m.) tras el paso de Tebarray (2765 m.) (Huesca, Aragón)

Cima del Puigmal (2910 m.) (Girona, Cataluña)

Amanecer desde Urdiceto, viendo el Posets (Huesca, Aragón).

Barranco de Arrablo, en la bajada hasta Fuén Blanca (Huesca, Aragón)

Ibón de Anayet (2233 m.) (Huesca, Aragón)

Quizás había llegado la hora de unir los puntos, tomarme el tiempo suficiente para, si es que algo así es posible, entender un poco más esas montañas. Verlas nacer desde el mar, acompañarlas mientras crecían hasta alcanzar su madurez y despedirme de ellas mientras se sumergían de nuevo bajo las aguas. Caminar junto a ellas todas sus etapas. Conocerlas. Conocerme.

Bosque entre la niebla en la Sierra de Abodi (Navarra)

Castilo d’Acher (2384 m.) (Huesca, Aragón)

Gradas de Soaso (Huesca, Aragón)

Cima de Monte Perdido (3355 m.)

Ascensión hacia la Collada Eriste (2864 m.) (Huesca, Aragón)

Bosque en niebla cerca de la Collada de Fembra Morta (1735 m.) (Girona, Cataluña)

Vista del altiplano de la Cerdanya descendiendo desde el Refugi Engorgs (Girona, Cataluña)

Vistas hacia el macizo del Aneto desde la cumbre del Posets (3369 m.) (Huesca, Aragón)

Ibón Eriste (2410 m.) (Huesca, Aragón)

Caminar se ha convertido en un inmenso placer para mí. Una manera de viajar lenta y fascinante, que me permite descubrir el mundo teniendo tiempo para saborearlo mientras el hipnotismo de los pasos me hace perderme en mis propios pensamientos. Tiene el encanto del tiempo, la fortuna de la desconexión y la fascinación de sentir que no son sino mis propias piernas las que lo hacen posible. Infinitos pasos, diminutos ante la inmensidad, añadiendo ridículas cantidades diarias de metros que sin embargo se transforman en una travesía épica, donde ninguno de esos pasos fue dado en balde. Al final, todo tuvo sentido.

Valle de Etxalar (Navarra)

Pala de Ip (2779 m.) al atardecer desde Candanchú (Huesca, Aragón)

Valle de Tena entre la lluvia (Huesca, Aragón)

Baños de Panticosa visto desde la ruta de la Tubería (Huesca, Aragón)

Valle de Ara (Huesca, Aragón)

Cascadas en el río Bellos (Huesca, Aragón)

La renovada y acogedora Cabaña de la Estiva (Huesca, Aragón)

Viendo atardecer sobre el Posets (3369 m.) desde Urdiceto (Huesca, Aragón)

Ibón de l’Aigüeta de Batisielles en el descenso hacia el Valle de Estós (Huesca, Aragón)

Estanis Cap d’Angliós (Huesca, Aragón)

Valle del Madriu-Perafita-Claror (Andorra)

Atardecer sobre la Cerdanya (Girona, Cataluña)

Lo tuvo a pesar de los momentos duros, esos que solo se sufren en el momento, pero que la mente suaviza con el tiempo. La experiencia siempre arroja perspectiva y en esta ocasión ni los eternos miedos que cohabitan con uno mismo ni la ya sombra de las dudas me asolaron con la idea del no puedo más. Ya sabía que podía. Sabía que en esos momentos en que las fuerzas se quedan reducidas tan solo una idea intangible solo tenía que centrarme en el siguiente paso. Ya había estado ahí antes enfrentándome al agotamiento, a los imprevistos y a las incomodidades. Si ya los había vencido una vez, ¿por que no iba a hacerlo de nuevo?

Monte Perdido flanqueado por Punta de las Olas y Marboré al fondo y Urdiceto al frente, vistos desde la cumbre del Posets (3369 m.) (Huesca, Aragón)

Tuc de Contesa (2779m.), Tossal Pla (2883 m.), Besiberri del Mig (2995 m.) y otros parte del Macizo de Besiberri. (Lleida, Cataluña)

Lac death Cap death Pòrt en la subida desde Restanca hacia el Parque Nacional de Aigüestortes (Lleida, Cataluña)

Cumbre de Comapedrosa (2943 m.) el pico más alto de Andorra.

Amanecer en la Cerdanya junto al refugio de Cabanella (Lleida, Cataluña)

Nieve en la cima del Puigmal (2910 m.) (Girona, Cataluña)

Gra de Fajol y otros saliendo de entre la niebla visto desde el Coll de Lliens (Girona, Cataluña)

Atardecer desde el Coll de Talaixà (Girona, Cataluña)

Valle de Ara (Huesca, Aragón)

Agulla de Perramó (2554 m.) (Huesca, Aragón)

¡Y al fin el Mediterráneo! Vista de El Port de la Selva desde Santa Creu de Rodes (Girona, Cataluña)

Cala Tamariuna (Girona, Cataluña)

Cuarenta y un días, ochocientos sesenta y dos kilómetros y medio después, con más de cuarenta y cinco mil metros de subida y otros tanto de bajada después, un cuerpo mucho más delgado, más fibroso, más demolido, más cansado, irreconocible tras unas gafas rayadas, una ropa sudada y una barba frondosa y canosa ponían pie en la última roca de Cap de Creus, volvía a escuchar el rugir de las olas contra las rocas y miraban de nuevo al mar oscuro. Lo había conseguido.

Cap de Creus. Final del GR11. (Girona, Cataluña)

Esa foto final no es tan solo la foto de un instante. Es una foto moldeada con viento, con lluvia, con piedras, bosque y nieblas. Es una foto formada por cumbres gélidas y ríos helados, por noches bajo la lluvia, pies mojados, barro y soles sin sombra. Es una foto que solo es posible porque antes existieron lagos, cascadas, prados y selvas. Es una foto que no oculta entre la abrumadora alegría del recuerdo sus dosis de frustración y de duda. Es una foto que aunque no puede guardar los sonidos, los sabores, las texturas resume el privilegio de vivir un mes y medio intensamente.

No hay nada más.

Atardecer sobre Cap de Creus (Girona, Cataluña)

Entre el 2 de Agosto y el 11 de Septiembre de 2024, estuve recorriendo en su totalidad, desde Cabo Higuer hasta Cap de Creus, el GR11, la senda transpirenaica que recorre las laderas sur de los Pirineos. Solo puedo tener palabras de agradecimiento para Sara, Irene y Alberto que lo hicieron antes que yo y cuyos consejos y ánimos me valieron para convencerme de que era una reto alcanzable. Gracias, no podría haberlo hecho sin vosotros.

Gracias también a toda la gente que me fue siguiendo por Instagram y por Twitter, por las palabras de ánimo y por haberme hecho compañía en tantos momentos de soledad. Por cierto, que tenéis todo el viaje, detallado día por día en los destacados de Instagram.

Y por último gracias a mi querido Mauro por el préstamo de su diminuto Vanguard y a la gente de Sony España, en especial a Jorge Gállego, por haberme cedido una Sony a6600 con un objetivo 18-135mm que se ha convertido en un lujo de equipo ligero para este tipo de viajes. Todas las fotos que aparecen en este post y todas las que vengan de la transpirenaica están hechas con ese equipo.

Mil gracias.

Parque Nacional de Aigüestortes (Lleida, Cataluña)