Kanchenjunga (8586 m.) desde el Campamento Base Sur

Huelo a cien fuegos de cien hogueras distintas, chimeneas y cocinas en las que nos apelotonábamos para combatir el frío. Tengo heridas en las manos, la piel dura, curtida y arrugada por el mismo sol inmisericorde y el mismo viento gélido que reventaron mis labios. Tengo las uñas llenas de suciedad y huelo a días de sudor. También a flores silvestres. Me duelen los huesos, las rodillas, los músculos. Me he caído mil veces. Me he levantado mil veces. Ninguna ha sido grave pero algunas marcas volverán conmigo.

Ascendiendo hacia el Campamento Base Sur del Kanchenjunga con el macizo del Kabru y el Rathong de fondo

Atardecer sobre el Jannu (7710 m.) desde Khambachen

Arrozales en las etapas más bajas del trek, cerca de Chirwa

Llegando a Ghunsa

He caminado por bosques, por junglas, por roca sólida y piedra desmenuzada, por páramos helados, por glaciares, entre arrozales. De día y de noche. He atravesado valles, puentes, ríos. He esperado al sol cada madrugada aunque a veces no apareciera. He dormido en camas duras, inhóspitas, separados de la intemperie por pobres tablones de madera que incapaces de encajar entre si tampoco podían engañar a la escarcha. He dormido arropado por mantas gruesas que jamás conocieron limpieza alguna pero si más vidas tú y yo juntos.

El Kanchenjunga y su impresionante glaciar desde el Campamento Base Norte

La fuerza del río Tamor

Atardecer sobre las montañas de Ghunsa

He bebido té. Mucho té. Muchísimo té. Cantidades ingentes de té. He comido Dal Bhat. Mucho Dal Bhat. Muchísimo Dal Bhat. Algo de pasta y cantidades ingentes de Dal Bhat. He caminado mucho y muchas veces solo, con el único sonido retumbante de mis propios pensamientos. He dejado de escucharme ante la abrumadora fuerza del agua, de cascadas y de los rápidos de los ríos. Me ha detenido ante el sonido casi constante de las banderolas de oración ondeando con furia, lanzando sus plegarias al viento.

Nepal Peak (7177 m.) al atardecer

Admirando el Nepal Peak desde Lhonak

El atardecer desde Selele Camp

Preparando Dal Bhat (arroz con sopa de lentejas y curry de verduras) en un home stay en Khebang

El impresionante Shimbuwa Khola antes de llegar a Tortong

He visto cambiar el paisaje, desnudándose a cada paso, despojado de verdes y vida hasta quedar reducido a nada más que pura piedra y hielos imperecederos. La nada y el todo. Mis pasos, ese esfuerzo infinito cargado de fatigas, cansancios y paradas en busca de alientos que llegaban con retraso me llevaron a la desolación. Tan bella. Tan hermosa.

El Khabur (6305 m.) de camino a Khambachen

El Jannu (7710 m.) a la izquierda y el Pholesobi Thongje (6652 m.) iluminados con las últimas luces del día

El macizo del Kabru y el Rathong desde el Sinelapche Bhanjyang (última parte del Selele Pass)

Ramche el último lugar antes del campamento base sur del Kanchenjunga

He vuelto a Nepal, a caminar entre los gigantes del Himalaya. Les he visto enrojecidos ante el heraldo de la noche. Les he visto reflejados en ríos congelados. Les he visto surgir por encima de las nubes. Caminé durante valles y valles, esquivé montañas derrumbadas hasta encontrarme con el escondite del demonio del Kanchenjunga y sus cinco grandes tesoros de las nieves. Tercero de sus hermanos, he admirado sus 8586 metros desde norte y sur. Mis ojos fueron los únicos que una tarde lo despidieron desapareciendo entre la oscuridad. Lo que nos dijimos, los secretos y confidencias que compartimos quedarán entre nosotros.

El Kanchenjunga y sus 8586 m al atardecer desde el Campamento Base Sur.

El macizo del Kabru y el Rathong al atardecer, visto desde Ramche

Las montañas de Sikkim, fronterizas con La India, desde Yamphudin

Tras veinte días sin cobertura he perdido la noción del mundo y del tiempo. Sin libro electrónico. Sin móvil. Despojado de la atadura de las horas todo cuando ha quedado de mí ha sido yo mismo.

No podía pedirle menos al Himalaya.

No podía pedirle más.

Katmandú, a 22 de Noviembre de 2022

El Kanchenjunga de noche iluminado con la luz de luna desde el Campamento Base Norte.

 

Escribí esto a la vuelta en Katmandú. Reflexiones en crudo de este espectacular trekking: el Campamento Base Norte y Sur del Kanchenjunga. En breve, más fotitos y crónicas.

Agradecer a la gente de Sony España y en especial a Jorge Gállego por haberme prestado para la ocasión una Sony a7c junto con un 24-105 f4.0, con el que están hechas todas estas fotos.