En el momento que me cargué la mochila al hombro y empecé a caminar me invadió una profunda emoción. Ese primer paso en la que había de ser una ruta mítica. Carros de Foc. Lo de mítica, era un adjetivo que había autoimpuesto yo, por esa necesidad acuciante de sentir que estoy haciendo algo trascendente. No es que no lo fuera, pero yo no lo sabía todavía.
Lo cierto es que mi preparación había dejado mucho que desear, por esa incontrolable tendencia, marcada con el paso de los años, a darle más peso a la improvisación que a la preparación aún a sabiendas de que en situaciones como la montaña no está de mal antes de empezar una travesía de unos 5 días por los Pirineos hacer algo de caso a los consejos de otros, más expertos que uno, que ya lo hubieran realizado con antelación.
Ya habría momento de quejarse y lamentarse, pero mis primeros pasos, comenzaban ascendiendo hacia el Estanh Major de Colomèrs, auténtico punto de inicio de mi ruta. 55 kilómetros y 9.200 metros de desnivel en un recorrido circular que entraba y salía por el precioso Parque Nacional de Aigüestortes. No era mi primera visita por allí, comenzando desde ese precioso valle que es el de Arán, en una visita más relámpago que nos llevó a hacer una rutilla de una mañana por esa misma zona.
El flechazo duraba desde entonces y había encontrado la posibilidad de escaparme estos días a tantear rodilla, piernas y ánimo en general. Aprovechar para darme un atracón de naturaleza y si la suerte y el tiempo acompañaba intentar volverme con alguna que otra foto decente. Las primeras previsiones no eran nada halagüeñas. Llegué a Vielha la tarde anterior, en un Pirineos asediado por nubarrones oscuros, calles empapadas de agua y todo el sistema de comunicación móvil caído presa de las condiciones climatológicas.
Quizás todo esto no fuera una buena idea. Quizás debería haber llevado más abrigo. Quizás que mi primera compra fuera una capa de agua para la mochila no era un signo esperanzador, pero todo valía para engrandecer mi hazaña. Si la lograba, claro. Ya me había advertido que a pesar de su corta longitud (55 kilómetros) iba a sudar cada metro.
Siendo honestos la longitud no es un indicador nada válido en las rutas montañosas en las que un kilómetro puede ser una auténtica pesadilla en desniveles y terrenos no aptos ni para cabras y atravesarlos puede llevarte horas. Si suele ser más indicativo de la dureza el desnivel acumulado, que indica tanto la subida como las bajadas y aquí el porcentaje era bastante amplio. De hecho muchas ruta clásicas por Pirineos tienen más kilómetros y menos desnivel acumulado. Traducido. Iba a comer curvas de nivel como si no hubiera un mañana.
Pero claro, yo eso no lo sabía todavía. Cierto es que lo había visto en el mapa, pero estas cosas, ya se sabe hasta que no te obligas a poner paso tras paso no sabes de lo que estás hablando. Además, estaba en el día 1. Pletórico y lleno fuerzas, ajeno a las quejas del organismo. Esas vendrían después, de momento era imposible tener la moral baja. Las nubes empezaban a desaparecer, el sol a lucir y el valle que subía a brillar. No podía estar más feliz.
Tanto que preparado como iba para la lluvia y sorprendido por encontrarme con el sol me acabaría quemando como un langostino a la plancha, pero eso tampoco lo sabía todavía, anonadado con las vistas de los dos mil y muchos metros de los picos de la Sierra de Tumeneia desde el Port de Caldes. Había subido mi primer collado. Nivel de resoplidos: medio. Sin daños aparentes.
Según tu ritmo, puedes hacer Carros de Foc en los días que quieras. Hay 9 refugios repartidos a lo largo del recorrido, por lo que podrías hacerlo en 9 días si quisieras tomártelo con calma. Yo había decidido hacerlo en 5 etapas, lo que implicaba que haría el recorrido pasando por algunos de los refugios para tomar un café y recuperar fuerzas antes de seguir. No voy a presumir, 5 o 6 etapas es lo más habitual. También hay quien se lo hace en una o incluso dos veces en un día, pero de eso ya hablaremos en episodios posteriores. Digamos que iba a intentar hacerlo en una media decente.
A diferencia de otras rutas, aquí la demanda de montañeros que quieren hacerlo es bastante grande, así que dado lo limitado de las plazas de los albergues hay que reservar antes de comenzar la ruta. Esto es muy importante porque si quieres llegar a tu primer albergue y no has reservado es probable que esté lleno y te llevarás una bonita indicación del camino que tienes que seguir para salir de la montaña y llegar al pueblo más cercano.
Hay que tener en cuenta que salvando estos meses del verano, la mayor parte de la ruta está cubierta por nieve durante el resto del año, dejándola solo para montañeros más expertos equipados con crampones o raquetas, así que los que tenemos menos prácticas en estos tinglados (si, lo digo a pesar de que reste épica al asunto) acabamos intentando encontrar nuestro hueco en verano. Aún así y a pesar de estar los albergues llenos nunca sentí en la ruta ni más leve sensación de masificación cruzándome la mayor parte del tiempo con aquellos que la realizaban en sentido contrario que tampoco eran tantos.
Elegir tus etapas con antelación puede llevarte a la subestimarte y llegar más pronto de lo que pensabas a tu destino o a sobreestimarte y acabar estallado cada día para alcanzar el refugio al que tenías que llegar, por eso 5 o 6 etapas es una media bastante considerada. Mi primera etapa consistía por lo tanto en salir de Colomers, dejar atrás Restanca y llegar al Refugi Ventosa.
Lo bueno de tener tu refugio reservado es que puedes organizarte el día como te plazca. A diferencia de otras rutas como el camino de Santiago en verano, que funciona como una cola FCFS (el primero que llega tiene sitio), aquí podía repartirme las horas del día para hacer una parada decente para comer, hacer fotos o simplemente embelesarme con la mirada de algún que otro lago. Aunque tal y como aprendí el primer día, no es un recorrido famoso por tener demasiadas sombras, así que las paradas suelen ser bajo el sol. Si ese mismo sol que me moría porque apareciera. El caso es buscar pegas.
Me lo tomé con calma y llegué a Ventosa a buena hora de la tarde. Fue un momento mágico con la luz volviéndose dorada empezando a bañar el refugio situado en un lugar idílico. Sobre un acantilado cruzando un río y con el precioso Estany Negre a sus pies. Por momentos como este son por lo que adoro la montaña, por permitirte llegar a estos gigantescos rincones con la satisfacción de haberlo hecho por tu propio pie.
Lo siguiente que aprendes rápidamente en los refugios es adaptar tus horarios. Se cena a las 19.00, la hora de silencio es las 22.00 y a primera hora de la mañana digamos 6 o 6.30 ya empieza la gente a ponerse en pie. No cuesta demasiado habituarse, llegas cansado, con el tiempo justo de darse una ducha (no siempre con el lujo de ser caliente) cenar y echarte a la cama a recuperar las piernas. Si no lo consigues en el primer día no te preocupes, el segundo engancharás sin duda. El cansancio se acumula y se agradece poder dormir al menos 8 horitas.
No solo de piernas, sino de mente, que hay que dejar tiempo a que las imágenes se acomoden en tu memoria, a que esos últimos dorados sobre los picos antes de que se ponga el sol se guarden en esos recodos donde no los olvidarás jamás.
Más info: Carros de Foc | Refugi Colomers | Refugi Restanca | Refugi Ventosa | Reservas
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�pico, sí señor.
Esos picos tienen pinta de vender caras las fotazos que nos traes, así que: gracias 🙂
No he podido evitar acordarme de los picos de los Andes en la Patagonia… esos colores y esas puestas de Sol, Viajar (así, con mayúsculas) es la droga más adictiva 😉
Estás no costaron mucho… la de los días que siguen si. 😛 Así que estaos atentos!! jajaja!!! y si, engancha. Yo ya estoy preparando la siguiente ruta… 🙂
Qué me encantas, leñe.
^_^
¡Cómo he disfrutado esta primera parte del relato! casi como lo hubiese recorrido a tu lado pero con menor cansancio, jeje. Comparto esa sensación de cuando uno sale a la montaña y llega a sitios que quitan el hipo, sólo nuestras piernas y también nuestro espíritu.
Deseando leer más cositas.
Un saludo!
La montaña es lo más. Es imposible no quererla. No adorarla.
Hermoso paisaje.
Una pasada, a que si? 🙂
Estupenda prosa y estupendas fotografías. Si ya me había autoconvencido para hacer la ruta este verano, viendo tus reportajes ya tengo ganas de que llegue el momento. Pensaba ir con una cámara compacta, pero viendo tus fotos me estoy planteando algo más serio.
Estaré pendiente de los siguientes reportajes.
Un saludo.
Hola Ignacio, me ha sorprendido muy gratamente la lectura de tu crónica de esta jornada, por la descripción que haces, no solo del paisaje y entorno, sino también de tu estado de ánimo. Yo estoy preparando «Carros de Fuego» para hacerlos este mes de agoto, en 5 días, vamos cuatro compañer@s de Graná, ya tenemos reservados los refugios. En esta jornada mi única duda es sí bajar a Restanca o no, ya que si bajamos tendríamos que volver a subir en el mismo día para dormir en Ventosa i Calvell.
Yo no bajé hasta Restanca, si quieres el certificado tienes que hacerlo para que te sellen, pero a mi me daba bastante igual el mismo, asi que hice el recorrido circular, nada más. 🙂 Si quieres hacerlo a lo mejor es buena opción que contempléis empezar en Restanca (aunque si ya tenéis los refugios pillados lo mismo ya es complicado). Buena suerte y espero que os haga buen tiempo!!