Amanecía en el oasis de Ksar Guilane y los primeros y tímidos rayos de sol ya empezaban a colorear las delicadas dunas que lo rodeaban. Más allá de ese refugio de palmeras no había nada. Solo el suave bamboleo de las dunas hasta donde alcanzaba la vista, castigado por el sol tunecino. Y algún que otro rebaño de dromedarios que aparecían y desaparecían entre la arena siguiendo a su pastor. Completaban la imagen, que parecía sacada de un grabado, las jaimas, las tradicionales tiendas de los beduinos que se encontraban en el propio oasis, claro que las comodidades que ahora tenían no debían parecerse mucho a las originales, hechas por y para nómadas.
Estaba a gusto. Feliz. No podía negarlo. Túnez me había sorprendido mucho y para bien. Mi primera impresión del país, hace ya un tiempo, en la que sólo pisé la capital homónima, había dejado en mi un poso bastante malo. Excesivamente turística, rediseñada para sacar el dinero de manera rápida y limpia a los turistas. Había perdido su personalidad comprada por el dinero que pudiera llegar. No les podía culpar, pero con esta visita relámpago se acabaron mis ganas de seguir conociendo el país.
Un triste vestigio de los que habían sido los dominadores del Mediterráneo y que podrían haber sido los colonizadores de Europa. Expandiéndose con Cartago como capital, el crecimiento se encontró con los Romanos y explotó en una serie de batallas épicas que acabaron dando la victoria a Roma. Fueron las Guerras Púnicas. Tres conflictos que duraron casi un siglo y que acabaron cuando Aníbal fracasó en sus conquista de Roma atravesando los Alpes a lomos de elefantes.
Pero dejando la épica a un lado y volviendo a mi desilusionada mirada sobre el propio Túnez, otros amigos míos, más conocedores de la zona, me contradecían, hablando maravillas del interior, de los paisajes y de la gente. Sabía que se merecía otra oportunidad, alejada de las hordas corruptoras de turistas que bajaban de los cruceros inundando la ciudad, termitas inconscientes.
En esta ocasión el viaje cruzaba por el interior, más al sur, atravesando el desierto. Desde el Mediterráneo hasta los muros del Atlas junto a la vecina Algeria. Tenía curiosidad por saber que nos depararía el viaje, por cruzar el desierto.
Realmente no iban a ser varios días de desierto mesetario y estepario como tal. Una de las características de Túnez es que es el país que más oasis tiene. Y como tal, está por lo tanto lleno de palmerales. Y de palmerales de dátiles. Y cuando tu supervivencia se basa en esto, resulta increíble lo que se puede hacer con ellos. Desde comérselos, hasta la elaboración de harinas, azúcares, mermeladas, panes y bebidas fermentadas.
Los beduinos sabían sacar partido de lo que tenían a mano, y utilizarlo con un fin más que el meramente estético. El número de trozos de un jaima indicaba el número de habitantes que vivían en ella, y la combinación de colores, obtenida principalmente de pelo de cabra y de dromedario, indicaba la tribu y estatus social. Básicamente, podían comunicarse solo por códigos, sin necesidad de hablar, incluyendo los atuendos, la disposición de los objetos e incluso los tatuajes. Resulta extraño que viviendo relativamente aislados, los beduinos optaran por comunicarse mayoritariamente en silencio unos con otros. Todo un contraste con nuestra cultura en la que mucha veces hablamos aunque no tengamos nada que decir.
Los beduinos son unos de esos pueblos que siempre han vivido en el desierto y se han encontrado que ahora pertenecen a una determinada frontera sin saberlo. Su cultura se va difuminado poco a poco, como las dunas barridas por el viento, mientras el país, mayoritariamente árabe intenta luchar por una modernización política. Desde que obtuvieron la independencia de los franceses, siguen sin encontrar un modelo sólido. A la independencia le siguió un presidente que habría de estar 30 años en el poder, incapaz de dejarlo y de delegar sus poderes hasta que un golpe de estado lo derrocó.
El golpe de estado solo cambió de collar al perro. Pues un nuevo dictador se alzaba en su lugar. Aguantaría hasta diciembre de 2010, cuando la revolución tunecina, echó a la gente a la calle y consiguieron derrocar al gobierno. Este hecho es muy importante porque fue el desencadenante de todos las revueltas que se han ido sucediendo en los países árabes en lo que se denomina la primavera árabe. La inestabilidad política continúa en el país. Donde la tensión entre fuerzas políticas eleva la tensión entre unos y otros y las revueltas siguen sucediéndose.
Sin embargo atravesando el centro del país, reinaba la calma. Quizás porque en el desierto, las tranquilidad acaba invadiendo todo, pero no había ningún atisbo de alboroto en las ciudades que visitamos. Desde la isla de Djerba, hasta las callejuelas de ladrillo de Tozeur, donde la gente amable te saludaba, te regalaba una sonrisa y con un poco de suerte un montón de dátiles para que los probaras. Nada como estar orgulloso de tus productos. Sabían de maravilla. Damos fe.
El desierto daba paso al inolvidable y descomunal mar de Sal de Chott el Jérid. Una vasta superficie blanca recortada únicamente contra los lejanos picos del Atlas. Ah, el Atlas, el maravilloso Atlas. Allí las montañas se alzan, formando valles y cañones, por donde se esconden unos cuantos oasis, destellos de verde y azules que dan la vida a los habitantes de la zona.
Regresé encantado. El desierto siempre me reconcilia con todo. Me alegro de haber vuelto, me alegro de haber sentido la hospitalidad de sus gentes, de haber vivido una vez más la sensación del atardecer sobre las dunas, ah y además fui Jedi por un rato. Ah. Así si. 🙂
Parte del Minubetrip que hice junto a Adri, Cris y Miguel por Túnez.
Más info: Todos los sitios que visitamos | Todas las fotos | Bloguers por Túnez
Jejeje todo era una excusa para enseñarnos la última foto 😀
Hermoso lugar y muy lindas fotos! Felicitaciones! 😀
Claro, claro… así que se trataba de eso…. de ser Jedi….
Me ha encantado el contraste, y la historia…
Genial, cómo siempre!!.
Por cierto… habrá calendario este año 2014? 😛
Vaya pasada de reportaje! Tanto las fotografías de paisaje como los retratos son muy buenos.
Zorionak!
Visado para un txangurro
Me gusta el post y como has mezclado los paisajes y los paisanajes 🙂
Pues tiene razón Paco Nadal que tu blog es bueno :).
Yo he estado en Túnez por primera vez con mi marido (tunecino) y me ha encantado. ¡Pena de cómo conducen!
@Pau, como lo sabes! 🙂
@Ivan, gracias!
@Queseyo 🙂 claro que habrá calendario!!!
@Ainara, gracias!!
@Ivan, muchas gracias. Muy buena gente la del Túnez menos turístico.
@Raquel, me sacas los colores!! *^_^* Gracias!!!
El mes pasado estuve en Túnez y tu crónica parece ser atemporal, al menos por ahora, en lo que se refiere a gente, hospitalidad e inestabilidad política.
Un país ideal para descubrir y dejarse seducir por todos sus encantos.
Me gusta tu articulo,muy bueno.