Me sorprendió el verde. Imaginando el Africa Negra con ese característico color ocre amarillento de la sabana, malinterpretando las pocas imágenes que tenía de este continente que lo colocaban cercano al desierto, Kenia brillaba con vida, como naturaleza pura y salvaje .Acababan de terminar las lluvias y aunque comenzaba la estación seca que acabaría transformándola en ese paraje que me imaginaba, ahora estaba desbordada de agua, con muchos ríos por encima de sus históricos y carreteras cortadas, inundadas por las crecidas. Realmente una sorpresa.
Dejábamos Nairobi con los ojos como platos, a pesar del sueño (un vuelo largo con escala en Estambul nos había dejado en la capital keniata), pues ¿quién necesitaba dormir cuando había un nuevo país que descubrir? Desde lo alto del camión de Ratpanat, veíamos desaparecer la ciudad, clásica en su corte caótico, para perdernos por carreteras más rurales, cruzando el Gran Valle del Rift. Ese enorme valle, provocado por la separación de placas tectónicas que semanas antes había cruzado en Israel. ¿Quién me lo iba a decir? De desconocerlo a pasar dos veces por él, con varios miles de kilómetros de distancia.
Llegamos al lago Baringo, entradas las primeras horas de la tarde, para encontrarlo completamente inundado, una desgracia para los hoteles y campings de la zona, que de estar en primera linea de lago habían pasado a ser absorbidos por él. Por el contrario los pájaros parecían encantados con el cambio, e incluso los cocodrilos e hipopótamos que rondaban por la zona con muchos más rincones donde esconderse en las nuevas expansiones de agua.
Se aprende rápidamente que en lugar de tener dominada la naturaleza, no eres más que un invitado, y que por el mismo lugar por donde tu transitas puedes estar acompañado de muchos otros seres vivos, así que las lenguas más expertas recomiendan ir siempre con un frontal de noche y andar con cuidado de donde te metes. Si, hay animales peligrosos cerca.
Pero no habríamos de explorar el Baringo todavía, sino aprovechar lo que quedaba de luz para visitar a los Pokots, una de las decenas de tribus que pueblan el país y que han sido marketinianamente devorados por los masais. Tanto que parece que en Kenia solo hay masais, pero la realidad es que intentar entender todas las que hay puede ser el trabajo de una tesis doctoral.
Los Pokots se reparten entre Kenia y Uganda y no hay cosa más importantes para ellos que el ganado. Les sirve de moneda de cambio y símbolo de riqueza y un hombre puede casarse con más de una mujer siempre y cuando pueda pagar el número suficiente de vacas. Es el ganado, por lo tanto, motivo de disputas, tantas que han ocasionado cruentas guerras entre ellos y los Turkana. Una guerra de esas que apenas importan a nadie y de las que nunca se oye.
Pero de todo eso nos enteramos después. Visitándolos parecía increíble que pudieran estar en conflicto. Su vida, retirada de todo, se veía calmada y apacible. Los niños correteaban entre los arbustos y las chozas de adobe y los mayores nos recibían cordial y afectuosamente. Nos acompañaba, lógicamente un guía. Es la única manera, un guía local, que hace de intermediario entre los visitantes y la tribu. Así que Jim, con sus dientes manchados (como muchos otros locales) por las propiedades del agua, lo que le confería una sonrisa algo extraña aunque sincera, hacía de traductor.
Lejos de ser un espectáculo vacío, visitar a los Pokots te permite mostrarte como viven de verdad. Es cierto, que una vez allí, se ponen sus trajes de gala y hacen una demostración de su folklore con bailes, cánticos, danzas y saltos. Tal y como yo lo entendí sería el equivalente a (salvando las distancias) ver un espectáculo de sevillanas en Sevilla. La gente no se viste así normalmente, pero si quieres verlo tienes la posibilidad. Mientras tanto siempre te quedará el entorno.
¡¡Y que entorno!! El sol se coló por las últimas rendijas del atardecer entre unas nubes bajas iluminándolas al mismo tiempo que bañaba el campos, las chozas y las pielas oscuras de los Pokots. Allí nos contaron sus historias, su manera de vivir, la básica �tecnología� con la que subsisten y porque no necesitan mucho más. Nómadas por el ganado, sonrientes y amables. Me pregunto que pensarían de nosotros que íbamos allí a conocerles durante un breve lapso de tiempo. Parecíamos divertirles, aunque en la noción del tiempo apenas fuéramos un suspiro en sus vidas.
Todavía seguían bailando y cantando cuando nos fuimos de allí y los cánticos seguían escuchándose cuando el camión ya estaba muy lejos. Creo que les faltaba muy poco para animarse a bailar y cantar y ya que habíamos encendido la mecha se quedarían disfrutando y sintiéndose vivos hasta que se cansaran. Nosotros en cambio ya estábamos agotados y sólo nos quedaba acostarnos prontos, esperar que ningún hipopótamo le diera por pisar la tienda (por lo que sabemos, no ha pasado) y recuperar fuerzas. Al día siguiente nos esperaba un espectacular amanecer, en una barca. Viendo el sol levantarse sobre el Baringo.
Parte del Minubetrip por Kenia | Más info: Ratpanat
Precioso, ay qué ganas tengo que volver a África!! 🙂
Hermoso!!
Madre mía que fotazas!
eso de viajar con el 70-200 es viable o solo para espaldas priviligiadas??
Un abrazo!!!
@Alisetter, 🙂 no me extraña… yo estoy enganchado!!!
@Sara 🙂
@memoriadepez pues si, cuesta lo suyo… pero que gozada. Para el Safari llevaba además un duplicador y aún así me hubiera gustado tener más zoom. Los animales se ven genial… pero para hacerles primeros planos. 🙂
Brutales retratos te has marcado tío… impresionante!!
Lo que dices en el post, en mi vida había oido hablar de esta tribu, no me suena ni de lejos, seguro que algún país y medio de comunicación decidió ocultarla por la razón que sea, en fin. Me encantan los retratos que te has marcado, si las miradas de los Pokots hablaran…y si nosotros entendiéramos su lenguaje, quizás comprenderíamos muchas cosas de la vida. SaludoX!
Geniales fotografias! Los retratos como siempre tu especialidad 😉
Preciosas fotos amigo Ignacio. Parecen de documental del National.
A pesar de no haber estado en Kenia (todavía) me acordé mucho de Uganda al leerte. Gracias por este magnífico post que tanto esperaba! Un abrazo desde Barcelona!
Brutales fotos. Es curioso que apuntes que el guía tenía los dientes negros por el agua y que los de los Pokots sean resplandecientemente blancos.
Wow! Qué ganas de poner un pie en África
Buf… Droga pura, Ignacio!
Brutal, como siempre!
Para un protoAntropólogo como yo, lugares como estos son un auténtico sueño en el que perderse y pasar varios días intentado encontrar lógica y sentido en lo que a priori parece una máscara bonita y exótica de algo que no va más allá de lo curioso.
Sigue contándonos, es genial «vivir» un viaje así 🙂
Impresionante!
wow! preciosas fotas 🙂
Increíbles las fotos, en especial los retratos! Yo tampoco imaginaba Kenia tan verde… Qué lindo cuando un lugar nos sorprende apenas llegamos 🙂
Excelentes fotos, como siempre!
Todo lo que África tiene que ofrecer y es un destino muchas veces descartado… Queremos más!
Vaya pasada de fotos, hay que reconocer que el sitio lo tiene todo para hacer grandes fotos, pero no hay que restar tampoco méritos al fotógrafo, te han quedado geniales 😀
Preciosas fotos, fantásticas Ignacio
Ramón, muchas gracias!!
Lonifasiko, desafortunadamente hay tribus que son poco mediáticas… y por lo tanto a nadie le importan mucho. 🙁
Gil, gracias! Aquí además estaba usando el 70-200mm que no estaba acostumbrado, pero mola mucho, verdad?
Iván, muchas gracias!!
Anna, ahora el que tiene el gusanillo de África soy yo! 🙂
Oria, pues si… no entiendo muy bien el porque, pero había un montón de gente con los dientes pochos…
Pau, oh yeah!!
Blai, y que lo digas, seguro que habrías sacado un montón de información de pasar unos días con ellos! 🙂
Edu y Eri, gracias!!
Ibt, gracias!
Bea, muy cierto, aunque reconozco que yo iba muy predispuesto a dejarme engatusar por Kenia!!
Millán, more coming!
Jose Carlos DS, muchas gracias!!
🙂