Hace apenas dos meses saldé una deuda que tenía conmigo. Aunque el tiempo, más gris de lo que me hubiera gustado, no adornó como debiera la impresionante ciudad condal. Me había hecho falta demasiado tiempo para poder visitar, la fin, Barcelona.

Y yo, que en mi mente me la había imaginado siempre con calles anchas y en una cuadrícula perfecta, me sorprendí y disfrute mucho más gratamente del tremendo entramado de calles que recorren la Ciutat Vella. Un laberinto que serpentea sin dejar opción a la orientación por el Raval, el Barrio Gótico, el Born… Aunque la verdad sea dicha, resultaba más fácil encontrar tu camino entre estas estrecheces que entre las asépticas y perfectas calles del Ensanche. Opinión que comparto, por lo que he podido averiguar, con todo aquel que no es de la propia ciudad.

Me comentaba el amigo perplejo, que si tuviera tiempo, sólo con el Barrio Gótico ya podría pasar varios días en un palimpsesto de historias entre gárgolas, catedrales y plazas ocultas. La Barcelona más misteriosa, la de leyendas, cuentos y sombras del viento.

(Al diablo se le mira a la cara, nunca le des la espalda)

Lamentablemente, una vez más, no tenía días suficientes, así que, aprovechando los claros que las lluvias dejaban, abarqué lo que buenamente pude. Porque claro, una vez más la lista es interminable. ¿Por donde empezamos? ¿Paseamos a orillas del Mediterraneo o nos subimos al parque Putget o a lo más alto del Tibidabo para tener una buena vista de la ciudad? (por cierto, aviso a fotógrafos… subir al Tibidabo para hacer fotos de la ciudad es un desastre, no hay una vista clara desde casi ningún lado. Advertidos estáis)…

…¿caminamos por las Ramblas o por la Gran vía? ¿Llegamos a la Barceloneta o subimos a Montjuic? ¿Bajamos las Ramblas hasta el puerto deportivo o subimos por la Calle Gracia entre lujosas boutiques entremezcladas con la arquitectura de Gaudi?

(La Catedral de Santa María, la Catedral del Mar)

Gaudí. Muchos antes llegaron antes que él entre Romanos, Visigodos, Musulmanes… y sin embargo, ninguno de ellos hizo tanto por dar a Barcelona esa imagen tan reconocible, que la hace tan única. No pudo tener mejor publicista. Curvas y colores en tres dimensiones, frutos de una imaginación feroz, que han ido decorando Barcelona a base de casas, parques, pabellones y palacios, jardines. Todas ellas, me comentaban, con un único fin, experimentar y buscar soluciones para su obra magna. La inacabada Sagrada Familia.

No se dejen intimidar por lo que puede verse aún en día. Aún queda lo más grande, lo mas impresionante. ¿Llegaremos a verla algún día terminada sin las omnipresentes gruas?

Con una densidad de guiris muy alta (puede que sólo superad por las zonas de costa en verano) Barcelona se ha convertido en uno de los destinos preferidos para los extranjeros de todo el mundo. No sólo para turistear, si no para pasar una buena temporadita. A veces es más fácil usar el inglés o el alemán por las calles. Otra gran ciudad que se mide por la multiculturalidad.

Y si bien, era una visita que me debía ya desde hace demasiado tiempo, también fue la excusa para reencontrarme con un montón de amigos: Xavi V., Xavi L., Xavi C., Marta, Bea, Rosa, Polo, Roger, el melómano amable, el Perplejo y L., Anna, Isa, Naiara y familia, el desvirtualizado Capitán Urías y los ya clásicos e invariables U2K y Pierre Nodoyuna.

Lo cual, añadido a los que me dejé en el camino, lo convierten en una excusa perfecta para poder volver.

Más fotos, que siguen siendo un resumen demasiado breve de esta preciosidad de ciudad, en su set de flickr.