(Pensarían ustedes que habiendo llegado a la civilización, tendría más tiempo para actualizar. Falacias. Aunque sigo creyendo en la utopía de ponerme al día, aquí llega lo que debería haber llegado un 14 de Mayo de 2010)
El Pacífico. El océano más grande del mundo. Uno de los lugares más inhóspitos para sobrevivir y que sin embargo fue conquistado hace miles de años por un pueblo que contra todo pronóstico lo convirtió en su hogar. Los Polinesios.
Desde Nueva Zelanda a la Isla de Pascua pasando por Hawai, hicieron lo imposible. Navegando de noche con las estrellas como guía y conociendo las corrientes marinas fueron capaces de encontrar las minúsculas islas donde vivir entre la inmensidad del océano. Saltar de una isla a otra, fue, entre otras razones, cuestiones de supervivencia. Con un espacio tan limitado, no quedaba sino lanzarse al mar, en botes de madera, cargados de alimentos y semillas para las nuevas tierras, extender las velas y navegar con la esperanza de no morir en el intento.
Tan buenos navegantes fueron que su origen está demasiado difuso. En las islas que habitaron se encontraron herramientas y restos culturales que venían de Asia, y su origen se supone en el principio de los tiempos como taiwanés, pero también se encontraron vegetales que venían de Sudamérica. ¿Habían llegado hasta América? ¿O habían sido los Incas los que se habían adentrado en el océano? Sea como fuere, muchísimo antes de que los primeros europeos surcaran el Pacífico, los Polinesios lo habían hecho suyo.
Las remotas islas del Pacífico son bastante peculiares. No se desprendieron de tierra firme y vagaron siglos y siglos por el mar. Se crearon de volcanes que surgieron de las profundidades y se quedaron allí en mitad de la nada, esperando a que alguien consiguiera habitarlas.
Sin embargo, cuando los primeros Polinesios, llegaron a esas islas no estaban desiertas. En cambio eran un vergel de plantas y vida. ¿Cómo habían llegado? ¿Cómo se puede llegar a mitad de la nada? Aunque la cantidad de especies en estas islas era bastante más reducida que en los continentes, no dejaba de ser sorprendente que lo hubieran logrado. Hablamos lógicamente de vida en tierra, bajo el agua, los fondos marinos cargados de corales si que habían atraído mucho antes a centenares de especies que serían incapaces de sobrevivir en el óceano abierto.
Quizás no lo hubieran pensando antes, pero si hubiera que definir a un naufrago por excelencia ese sería… el coco. Una cápsula de supervivencia. Dura por dentro, con su semilla bien protegida, que flota, mecida por las corrientes, vagando durante tiempo y tiempo hasta encontrar suelo donde asentarse.
Después llegaron los pájaros, pescadores muchos ellos, con algunas especies que podrían sobrevivir años sin pasar por tierra. Con los pájaros llegaron más semillas en sus estómagos y por lo tanto, nuevas especies. Lo lograron también algunos insectos e incluso algún que otro lagarto bajo la auténtica definición de naufrago, flotando entre restos a la deriva. El mundo natural se guarda muchísimos ases en la manga.
Ciertamente, muy pocos fueron los que lo lograron, pero los que lo hicieron evolucionaron de manera sorprendente y muy diferente en cada isla. Llegar a un nuevo lugar libre de depredadores y empezar a cambiara para ocupar los huecos que vayan quedando libres en la pirámide alimenticia. Así cada isla tiene sus peculiaridades. Algunas albergan orugas que en lugar de alimentarse de hojas, lo hacen de insectos, convirtiéndose en las únicas orugas carnívoras del mundo. O el ejemplo más claro de todos: la cantidad de pájaros que evolucionaron para dejar de volar. Sin enemigos naturales, ¿quién necesitaba esa habilidad?
Se calcular que aproximadamente una nueva especie conseguía llegar a una de esas islas cada trescientos años. Hasta que llegaron los Polinesios, en cuyas barcos transportaban animales, semillas e incluso ocultos roedores que podían ser fatales para la población local. Miles de años en la tranquilidad de las islas se habían vuelto fatales para superar nuevos problemas en muchas especies.
(5 Euros cada papaya, ¡¡sobrevivir tampoco es fácil hoy en día!!)
Pero los Polinesios aprendieron a cuidar lo que se encontraban. Su supervivencia dependía de ello. Y en cada isla evolucionaron de acuerdo a lo que se encontraban. Hay lugares en los que por ejemplo, se pesca con cometas, adaptándose a las especie de peces y a lo que podían encontrar en las islas. La supervivencia (como hablaremos en un par de posts en cuanto lleguemos a la Isla de Pascua) podía ser trágicamente delicada. Y en cuanto el orden natural se alteraba muchos de los pueblos tuvieron que recurrir al canibalismo.
(Usando la Fuerza para regatear)
Después llegarían los europeos, ansiosos de descubrir lo que quedaba del mundo, de alcanzar la gloria y enriquecerse. Y cuentan que muchos de ellos se perdieron por los mares, muchos naufragaron y muchos aún en esas condiciones, no se acercaban a las islas por miedo a ser devorados por los nativos.
El hombre blanco traería nuevas enfermedades y nuevas especies. Los ecosistemas tuvieron que redefinirse tan rápidamente que muchos de sus antiguos inquilinos nunca lo lograron. Incluso hoy en día, sigue siendo una pesadilla para quienes intentan mantener la vida original de las islas. Si antes llegaba una nueva especie cada trescientos años, ahora llegan cientos cada año. Pero la supervivencia, una vez más, no es un derecho.
Hoy en día, increíblemente, muchas de esas islas siguen perdidas, con pueblos olvidados y sus barcas de madera, sus arcaicos instrumentos que les sirvieron para comunicarse con el cielo y surcar el mar. Y habrá quién llegue en barcos veleros, cargados de instrumentos, localizados por satélites, con despensas repletas de comidas y verán allí el paraíso.
Pero habrán de saber que es inmisericorde.
(Todas las fotos que acompañan este post son de la isla de Tahití, con unas cuantas de Papeete, su ciudad principal. Centro neurológico de la Polinesia Francesa, lo cierto es que me dejó bastante indiferente y creo, sinceramente, que no merece la pena detenerse mucho en ella, salvo para ir a cualquiera de las otras islas.)
Hola…Todos los días entro a tu blog para ver tus fotos 🙂
Quiero saber que camara usas …
Saludos
Veronica
si, yo tambien! se que es una nikon, pero no termino de encontrar el modelo… tal vez D80?
me gustaron mucho tahiti 03 y 08, por cierto!
estimado, un abrazo a la distancia
ahora si, me voy corriendo de aqui!
Creo que el cuerpo es una Nikkon D90, si no me equivoco =P
Adoro tus fotos y tu manera de contar lo que vives!
Espero poder llegar a hacer lo que tú haces algún día ^^
La verdad es que las fotos son una pasada, y la aventura igual. Disfruta! Un abrazo.
ignacio, entre tanto lugar de ensueño, tomá Tahiti como un baño de realidad 😉
de todas maneras, tus fotos no hacen más que mostrar los paraisos que elegís 🙂
mire, ya lo siento un amigo, le mando un abrazo sentido!
biayo
A 5� la papaya!!! y luego nos quejamos del precio de los tomates…
Buenas fotos. Un abrazo!
Yo no estoy por la cámara del Sr Izquierdo, sino por los secretos del magnífico/ magistral/ genial/ etc procesado de sus fotos, que por más que lo intento no llego a conseguir resultados similares. Algo de ‘HDR’ seguro que hay, ¿no?, pero bueno, seguro que hay más por ahí… Enfín, no pierdo la esperanza de que algún día se apiade de nosotros, almas en pena en busca de redención. Mientras tanto, a seguir disfrutando del show. Thanks very much!
Muy buena la de «la fueeerza». Ahora sé en quién se inspiró Lucas para crear a Yoda.
Estupendo el relato sobre la supervivencia y la adaptabilidad natural. Y las fotos, como siempre. 🙂
Un excelente popurrí de tomas de todo tipo y estilo. Una maravilla para la vista.
UN SALUDO
Esos peces tienen que ser alucinógenos sí o sí. Menudos colores!
Ya había ganas de una tanda de fotos de fauna humana!
Genial la de «la fuerza», por otro lado, se nota un montón lo que comentabas del caracter de los Tahitianos en las propias fotos, la mujer que está tejiendo el bolso te echa una mirada de «a que te meto…», que asusta un poco. Imagino que eso unido a lo del atraco contínuo ayuda a crear ese ambiente incómodo.
Estoy de acuerdo con Rhamnus en que procesas muy bien las fotos, pero yo sigo dando un 90% del exito de las imágenes a tu buen ojo fotografico.
Para hacer grandes fotos es imprescindible un buen sujeto y saber ver e interpretar la luz. El equipo ayuda, sin duda, pero si te falta lo anterior, te comes los mocos…
Un abrazo y a seguir haciéndonos soñar…
¿No me digas que se comen los peces esos azules??? ¿los probaste????
Muy interesante esta «historia natural».
Estupendas fotografías y fabulosa clase de biología.
Jojojo!!!
«Esos no son los floripondios que buscáis…»
JOJOJO!!!
Veritto, Biayo, Edu… es una D90. 🙂
Jabi Perez, gracias!!
biayo, pues muchas gracias! Abrazo recibido!!
Memoriadepez, eso para hacerse una idea!
Rhamnus, de toda está ronda sólo hay dos fotos que tienen un pelín de HDR, pero nunca hago un HDR completo. Como vas de máscaras?
japogo, aún quedaban jedis en el mundo!! (o siths… que nunca se sabe)
Luis, gracias!!
Morfet, pues si. 🙂
Oscar Torres, pues gracias! Efectivamente, no me sonrieron mucho… 🙁 🙁
Cristina, pues claro que se comen, pero no, no los probé… en Polinesia me conformé con pasta blanca!! XD
Jesús Rodriguez, gracias!!
Jose Diego Sanz, gracias!!
Pierre Nodoyuna, haz el floripondio o no lo hagas… pero no lo intentes!!
Que la fuerza os acompañe!!!
🙂