(El tiempo en Nueva Zelanda se acercaba a su fin un tal 4 de Mayo de 2010)
«- Nunca imaginé que moriría peleando junto a un elfo.
– ¿Tampoco peleando junto a un amigo?
– Sí. Eso sin dudarlo.»
¿Era un pájaro? ¿Un avión? ¿Una nueva versión del Enterrador mezclada con genes de los Sacamantecas? Que diablos hacía yo, en una fría mañana otoñal entrando al mar con una pala. ¿Había perdido la cordura definitivamente? ¿Serían las siguientes fotos con un gorrito de papel y la mano en el pecho cual Napoleón sin mariscales?
No pierdan los papeles. Aún no ha llegado el momento de llorar un requiem por mi salud mental (o eso creo). Procedo, señor juez, a defenderme de las acusaciones de las que se imputan. Ahí donde me hallo no era si no en la esquina noreste de la Isla Norte que responde al nombre de Hot Water Beach.
Si la isla Sur se moldeó a base de choques de placas tectónicas, la isla norte surgió con las manos de los volcanes que la han ido dando forma durante miles de años. Explosiones y erupciones encargadas por la Madre Naturaleza de esculpir sus formas. La actividad geotérmica en la Isla Norte está en casi todas partes.
Eso implica no sólo en su superficie, sino lógicamente también bajo de ella, aunque a veces la frontera es tan fina que apenas existe. En el caso de la Hot Water Beach, sólo la conforma una capa de arena playera. Basta con acercarse con la marea baja y tantear con los pies el terreno para descubrir que ahí abajo, se está cociendo algo.
(¿ Alguien quiere un té?)
A veces cuando la marea baja es realmente baja, es el momento de acercarse con una pala y con el sudor de tu frente crear tu propia piscina termal. Construya usted su jacuzzi. Había motivos para ello. En algunos puntos se veía el agua surgiendo de las profundidades en ebullición. E incluso si te metías mar adentro en pos de un baño, bastaba con sumergir los pies ligeramente en la arena para descubrir que bajo las frías aguas había una capa de calor.
Cierto es, añado, que las apariencias engañan, y que la marea baja no fue tan baja como cabría esperar y las olas se esperaban pacientemente a que hicieramos el trabajo sucio de cavar y recavar antes de acercarse y arramplar con todo.
Así, no tuvimos el relajante baño que esperabamos, pero si, unas tremendas risas entre todos los que inultimente intentabamos quedar por encima de la fuerza del mar. Al final, ni siquiera todas las fuerzas unidas en pos de una mega piscina dieron el resultado esperado. Pero fue sin duda de lo más divertido.
(Nuestra lamentable obra conjunta de ingeniería)
Era una de las pequeñas atracciones que la también pequeña península de Coromandel tenía que ofrecer. Otra de esas regiones cercanas y remotas a la vez, con carreteras imposibles, playas escondidas, recodos donde ver atardecer y amanecer, montañas, colinas y caminos que llegan al final del mundo.
Cuevas ocultas, que aparecen cuando baja la marea, pequeños caminos entre la maleza a miradores que te dejan con la boca abierta e infinidad de pequeños islotes que parecen surgidos al azar. Apenas cinco ciudades �importantes� que llegan al millar de habitantes.
Zona hippie por excelencia, con gente organizada en comunidades, todo un oasis muy cerca de la masiva Auckland. Sus aguas calmadas hicieron que fuera el destino perfecto para anclar los primeros navíos de colonizadores e incluso se encontró bastante oro por sus zonas.
Son muchos los que lo llaman The Catlins de la Isla Norte, pero aunque el adjetivo se le queda un poco grande, lo cierto es que merece la pena pasar un par de días perdiéndose por los recodos y carreteras de grava de esas que acaban en forma de acantilado. Perfecto destino para desconectar. Perfecto destino para despedirse.
Alargué mi estancia más de lo esperado, sabiendo que el próximo destino Auckland, sería el último de la etapa neozelandesa, un lugar mucho menos pintoresco, que me estresó según llegué. Carreteras en varios niveles donde es imposible saber hacia donde tienes que ir, semáforos, atascos de coches, barullo y más barullo.
Definitivamente, dos meses fuera de la civilización habían sido demasiados. Y ahora llegando a Auckland, con el círculo cerrado, sólo quedaba una última cosa que hacer. Reunir las fuerzas y la energía para despedirme del viejo Canario Milenario.
Todas las fotos de este pequeño recodo, aquí.
noooooo el canario nooooo traelo de vuelta que aquí podríamos aprovecharlo aunque fuera con el volante al revés!!!
Y después de Nueva Zelanda, ¿a dónde más nos llevarás de paseo, tío Matt?
Anda que después de todo lo que has vivido por esas tierras, dará penita tener que dejarlas. Seguro que no te importaría alargar más la estancia por ahí 😛 un final increible de esta aventura por tierras neozelandesas.
Esperamos ansiosos lo que nos cuentes desde Bora Bora 🙂
Un saludo!
Después de ver y leer tu recorrido por estas tierras es inevitable no sentir que el tiempo alla pasado. Lo que si es cierto que haya pasado como no lo has mostrado. Increíble tu recorrido. Te lo digo desde con una «envidia» infinita 😉
La primera foto es digna de exposición! El hombre pala! Y ese bañador…jejejeje! Vietnam fashion total!
Unas fotos de despedida del paisaje neozelandés geniales…
Grandes fotos y bonitas etapas las que nos has dejado en Nueva Zelanda. Da pena abandonarlo si, pero no te quejes que tu por lo menos puedes abandonarlo en persona! 😉
Ah, y te acompaño en el sentimiento por lo del canario…
Qué fotos tan chulas!
Será el final o será otro principio más en tu vida, pero es realmente bonito…!!!
Y hacia dónde saltarás ahr?
😀
Muchas fotos increibles a lo largo de tu blog, pero en este post hay 5 ó 6 que se encuentran entre las primeras de mi «lista de favoritas».
Te costará despegarte del Canario Milenario… Animo!
El canario milenario siempre estará presente cuando escuche algo de Nueva Zelanda!! ^_^ Penita dejarlo ahí… pero… hacía dónde ahora????
No tengo palabras para las fotos de este post.
^Civilon^, ya me encantaría, ya… además podríamos acoplar el condensador de fluzo y los propulsores hiperespaciales!!
Rhamnus, a mitad del Pacífico… con inesperadas consecuencias!!
Javier I Sampedro, NZ mereció la pena cada minuto, cada día. La disfruté enormemente!!
Oscuroabismo, pues muchas gracias, me alegro que lo hayas disfrutado aunque haya sido desde la envidia. 😉
Japogo, vietnam fashion rules!! Creo que es la última prenda de ropa que me he comprado en el viaje. Te puedes imaginar como va el resto… jajaja!!
Morfet, un bonito broche final, estoy de acuerdo. No fue tan espectacular como otros sitios, pero si tenía mucho encanto.
Nuala, un nuevo principio claro… pero el viaje va llegando a su fin!!!
Jesús, me alegro, a ver si sigo añadiendo más a tu top de favoritas!! jejeje.
Queseyo, ciertamente. A mi me pasará lo mismo. Siempre habrá un halo amarillo cuando recuerde a esas islas!! 🙂
🙂
Zapadoooooor! Jajajajaja!!!
Dónde te has dejado a Mr. Furioso???
🙂
Soy uno con la naturaleza!!!
Ignacio
acabo de llegar a tu blog vía José Lourido
te felicito por el trabajo,por las preciosas fotos y te deseo lo mejor en tu aventura.
aqui ando de vuelta,tras 14 meses de vuelta al mundo
fuerte abrazo y buen viaje
Iván
definitivamente el fin del mundo, quien diría que existía y que ahí trataran de hacer una piscina jejeje, me dio risa pero bueno que por lo menos se intento.
Saludos