(Post este que si no fuera porque se congeló, habría llegado un 28 de Marzo de 2010)

«Y bien, Gandalf. Intentarás conducirlos sobre Caradrhas, y si no da resultado… ¿Por donde pasarás? Si la montaña te derrota, ¿te arriesgarás a tomar una ruta más peligrosa? «

Según nos acercábamos, nos íbamos empequeñeciendo ante el gigante de hielo. Desde la lejanía, la lengua del glaciar no parecía tan espectacular, pero allí, a sus pies, su cima se perdía entre la nubes y nosotros estábamos listos para asaltarlo.

O al menos todo lo listo que se puede estar. Tres pares de calcetines, dos guantes, dos pantalones, Dos camisetas, Camiseta de manga larga, forro polar, chaqueta impermeable, botas, gorro, crampones… y un guía con un pico haciendo agujeros y escalones para poder pasar.

Pensándolo un poco, es bastante obvio, los glaciares se mueven, avanzan, retroceden y cada día aunque sea de manera imperceptible cambian su forma. De hecho este, el glaciar de Franz Josef, se puede considerar un Glaciar bastante �rápido�. Avanza unos ¡¡70 centímetros al día!!

Lo que significa que los guías nunca tienen muy claro que se van a encontrar cuando lo comienzan a escalar. Así que van abriendo nuevas vías, o reparando otras, o desviándose por completo y haciendo nuevos caminos. Pero a mi que no había hecho ninguno de los recorridos me daba absolutamente igual. Me bastaba con sentir el hielo. Oirlo crujir víctima de las las afiladas púas de los crampones bajo mis pies.

(Atentos a la gente en el lado izquierdo entrando por una de las grietas del glaciar… hanganse una idea de la escala…)

(… y si no aquí tienen otro punto de vista y también gente por la misma grietilla)

Ya el día anterior había hecho alguna ruta por la zona, con la intención de acercarme por arriba. La ruta, preciosa, atravesando ríos, cruzando puentes colgantes y bosques, no me había dado el punto de vista que esperaba, pero sí la certeza de que el tiempo no iba a ser todo lo bueno que cabría esperar.

También era lógico. Tanto el glaciar de Franz Josef como el de Fox (20 kilómetros más al sur) están a una altura de 300 metros sobre el nivel del mar. Traducido: El tiempo es horrendo casi siempre y hace un frío de esos que hacen al grajo ir bajo tierra.

Así que cuando nos empezamos a arrastras por las paredes heladas agradecí todas y cada una de las capa que llevaba conmigo. El hielo azul se pegaba en cuanto te apoyabas algún segundo más de la cuenta y el frío empezaba a traspasar inconscientemente cada pieza de ropa para ser pertinentemente ignorado por el cuerpo en plena subida.

Pasábamos cuevas, atravesábamos desniveles y el valle se quedaba atrás. El glaciar empezaba a tomar formas extrañas, como si en mitad de las olas del mar todo se hubiera congelado. Atravesábamos el mar de hielo con la boca abierta y con esa sensación de que todos tus sentidos están absorbiendo todos los detalles de la experiencia. El color, la temperatura, la inmensidad de donde estábamos metidos, los otros grupos vistos como hormiguitas entre los hielos, las vistas sobre el valle.

(Busquen a las hileras de personitas…)

Lo disfrute como un orco con un hobbit preso. Casi 8 horas de ruta, bastante ligera (porque todo el mundo tenía derecho a hacerse su foto en los mismos sitios, yo incluido) pero con casi 6 horas entre paredes gélidas.

Disfruten de las vistas y no hagan caso alguno cuando noten que nuestro guía iba en camiseta de manga corta. Madre del amor hermoso. Y a los que duden, que dejen de hacerlo, que si ver los glaciares e incluso acercarse a ellos impresiona, la experiencia es completamente diferente cuando realmente puedes caminarlos.

Un pequeño apunte friki: En las cimas de Franz Josef fue donde se rodó la épica escena de las almenaras encendiéndose por las montañas en El Retorno del Rey… mmm…

Todas las fotos bien conservaditas en su nevera natural, aquí.