Al final alguien tenía que darse cuenta. Por mucho que Paul St George intentara disimularo, la construcción de un tunel que atraviesa el oceano Atlántico, no podía seguir siendo por más tiempo ignorada. Y ahora, gracias a ese tunel y a dos telescopios, uno situado en Londres frente al Tower Bridge y otro en Nueva York frente al Brooklyn Bridge, bajo el nombre del Telectrospio, unen a estas dos ciudades a traves del mar.

Desde ahora y hasta el 15 de Junio, Londinenses y neoyorkinos van a ser vecinos cercanos. Maravillas de las ciencia. Y aunque muchos de vosotros, queridos lectores, estaréis escépticos ante tan magna hazaña, lo cierto es que el trabajo no ha sido tan difícil como en un principio pudiera parecer.

El truco logicamente está en preparar una conexión de banda ancha capaz de transmitir imagenes entre las dos ciudades y la sensación estar viendo a la gente al final de un gran tunel es inminente. Es como tener dos webcams gigantes que se miran.

Pero lo interesante no son las minucias técnicas, si no las reacciones que esto provoca entre la gente. La interación en la distancia. Provistos de pizarras a ambos lados, se transmiten mensajes, se pregunta y se responde, se mandan indicaciones y la gente se sonrie y se saluda como si de amigos de toda la vida se tratara. A veces necesitamos tan poco para sacarnos una sonrisa.