Cuenta la leyenda que la anciana Megan de Llandunach, cerca de Ceredigion, desesperó cuando su única vaca cayó en el río Mynach, desbordado por las crecidas y repleto de cataratas. La vaca consiguió salir aunque lo hizo en la orilla opuesta, donde Megan no podía recuperarla.

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Mientras se lamentaba sin saber que hacer, un monje apareció tras ella.

– ¿Que te sucede, Megan?.
– Estoy arruinada. Mi única vaca está en la otra orilla. Mi única posesión para superar estos últimos años y está allí donde no puedo recuperarla.
– No te preocupes Megan, yo la recuperaré para tí.
– ¿Podrías? Pero… ¿cómo?
– Soy bueno construyendo puentes. No me costará mucho construir uno.
– No habría nada que me hiciera más feliz, pero ¿cómo podría pagarte? Soy una anciana, no tengo dinero y seguro que requerirías un pago por tu trabajo.
– No pido demasiado. Simplemente deja que me quede con el primer ser vivo que cruce el puente.

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Megan aceptó, y acordó con el monje en volver a su casa y esperar a que terminara el puente. Pero Megan era mucho más astuta de lo que podría parecer en un principio y ella había notado algo raro en el monje. Algo raro en sus pies, en sus piernas, como si las rodillas se doblaran al revés que el resto de la gente.

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Para cuando el monje avisó a Megan de que había terminado el puente, ella ya había ideado un plan. Y fue al río con su pequeño perro y una barra de pan.

– Aquí tienes tu puente – dijo el monje.
– Mmmm. Sí – respondió Megan dudosa – Si, es un puente. Pero ¿será suficientemente fuerte?
– ¿Fuerte? Por supuesto que sí.
– Por ejemplo, esta barra de pan. ¿La aguantaría?
El monje rió con ganas – ¿Que si aguantará? Prueba y lo verás! jajaja!

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Así que Megan lanzó la barra de pan a la otra orilla y el pequeño perro salió corriendo tras ella y cruzó el puente.

– Sí. Es suficientemente fuerte, amable señor. Por cierto, mi pequeño perro es el primer ser vivo que ha cruzado el puente, puede quedarse con él.

Sorprendido y con con un tono de voz muy seco, el monje replicó: – un estúpido perro no me es de ningúna utilidad – Y desapareció.

Y por el olor a azufre que dejó tras de sí, Megan supo que era al diablo a quién había burlado.

Del libro de las leyendas Galesas, de W. Jenkyn Thomas.

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El puente del diablo es ahora una enorme construcción en la que tres puentes se han ido construyendo sucesivamente uno encima del otro, situado en un valle. No pude hacer ninguna foto en la que se viera bien del todo, así que para para los que os queráis saber como se las gasta Lucifer en cuestiones de arquitectura e ingeniería, teneís esta foto.

Por cierto, que entre estas fotos y esta, apenas hay media hora de diferencia… Oh my god!