Avanzamos, pasamos el tiempo y sigue el viaje atravesando montañas y valles mientras bordeamos la zona sureste de Islandia. No tembléis, de momento no hay más glaciares (lo mismo vuelven… depende de como os portéis ;-P), pero lo que si que hay es un efecto curioso: los deltas provenientes del deshielo e inundaciones han arrastrado los sedimentos acumulándose en una fina y alargada barrera entre el propio delta y el mar, creando una especie de lagos intermedios, completamente calmados como el mar tras los rompeolas y que sirven de hogar a un montón de aves.


Dos de estas zonas, separadas por el pueblo pesquero de Höfn y las picos del Skeggtindar son el Mýrar y el Lón. Apenas hay información de estas zonas en las guías, pero es imposible no quedarse anonada

Este agua calma, crea unos reflejos preciosos en el agua coloreados por los largos atardeceres, que dejan el color ocre por la tierra durante algunas horas y contrastados por las enormes sombras sombras creadas al estar entre montañas.



Completan el pintoresco panorama unos cuantos caballos islandeses (ahora podréis apreciar mucho mejor porque les llamábamos caballos heavies del metal) y una manada de ciervos salvajes.


Inolvidable.