Mirada de acero azul, frío, calculador. Un máquina precisa. El guerrero definitivo. El que fue capaz de sobrevivir en Alemania sin alemán. Ni inglés. El que se vestía con trajes de leopardo y cuyas piernas peludas eran lo único que demostraba su masculinidad. El mítico Salva.

Al grito de «Killo, esto es la polla… que hardcore!!» el Ligre de Sanlúcar de Barrameda se plantó en Londres. No venía solo. Le acompañaba quién tanto le sufre. O es al revés. Ya me he liado. La Beita de Quintanar también aterrizaba en Londres dispuestos a dejarse la planta de los pies y el estómago a orillas del Tamesis.

Obviaremos el paquete mini-básico de fin de semana que ofrece la agencia Izquierdo, con el recorrido por el Southbank, pateo por Trafalgar, Picadilly, Covent, visita y subida a lo alto del TATE (deleite con la «Merde de Artista»), intento de colarse en los toboganes del mismo, explicación a un camarero inglés de lo que es un «cortado» y un «manchado», seducción por parte de las amables trabajadoras del Soho, y bueno algo de Camden y mucho Cyberdog. Pulserita que da derecho a unas cuantas pintas y mojitos en lo más oscuro de Londres al ritmo del progressive mientras las camareras se lanzaban los cócteles entre si.

No recuerdo el nombre del antro en sí, y no lo achaqueis a los efectos del vil etanol, sino a que nunca lo supe (ni se si lo tiene). Unas escaleras invisibles para los muggles se adentran en el subsuelo cerca de Covent Garden para llevarte a uno de los pocos sitios que siguen abiertos (sin pagar) tras las 23.00 de la noche (hora de acoquinar o recogerse). Cortesía de Asun y Viole

Por cierto, no estrenaron la temporada y habitación como buenas garrapatas en el B&b que regento. Prefirieron la compañía de la cucaracha violinista en un hostal del centro. Logicamente. La cucaracha les hizo una oferta que no podrían rechazar. Pero aún así ya hay pequeños seres temerarios que tendrán el dudoso honor de estrenar y roncar sobre mi confortable y ruidoso suelo (jijijiji).

Es una gozada ver que hay quien está dispuesto a meterse un buen viaje para pasar un poco de tiempo contigo. Se agradece cuando ves que seguimos repartidos por el mundo y de alguna manera nos empeñamos en hacerlo más pequeño. Un placer haberos tenido por aquí ratillas. Volved cuando queráis. Faltaría más. 🙂