Así rezaba la lonely planet y así me lo hicieron saber en todas las oficinas de turismo que pregunté. Pues bien. No vi el monte Fuji, que decidió pasar ese día y todos los demás que estuve en Japón, oculto bajo un manto de nubes. No os creais que todo el cielo estaba lleno de nubes. No. Ni mucho menos. Solo la parte del Fuji. Envuelta en una neblina terrible. Soy un hijo de la fortuna. Lo sé. Más lo fue mi acompañante, Carmen, que ya era la cuarta vez que iba a probar suerte desde Hakone (porque ella en dos años en Japón, ya lo ha visto alguna vez desde otras localizaciones o eso me hizo creer a mi. Ja!) y que tendrá que esperar a una quinta.
Obviando la parte del Monte Fuji (ejem) Hakone bien merece la pena una visita. Está situado a unos 100 km al oeste de Tokyo y es muy conocido por sus baños (onsen) y por ser una zona de tranquilidad donde ir a relajarse.
Hakone forma parte del parque nacional Fuji-Hakone-Izu que tiene la diminuta area de 1.280 km2, una minucia que se recorre a golpe de bocata de chorizo, me consta que os haceis cargo.
Llegamos al lago Ashinoko, más especificamente a Hakone-en porque nos daba pie a hacer más cosas, como subir a la cima del Komaga-take o bordear el margen del lago en dirección a Moto-Hakone siguiendo una senda con templos a la orilla del río que fue lo primero que hicimos con la esperanza de que el tiempo aclarara para ver el dichosito monte.
Llegamos a un magnífico e impresionante Torii, una enorme puerta de madera de color rojo que generalmente da acceso a un templo y que en este caso se asentaba en el lago en lugar de en tierra firme.
Si os fijais en la siguiente foto no parece demasiado grande…
Pero pongamosme ahora como referente de escala, que ya sabeis todos que soy un muchacho fornido y vereis como las dimensiones cambian considerablemente. Es enorme!
Siguiendo el camino indicado por el Torii se llega a un templo, cuyo nombre no tuve a bien apuntar y que por lo tanto no recuerdo, pero que metido en las frondosidades del bosque la verdad es que era bastante mágico. A la entrada de todos estos templos siempre hay una «fuente» donde poder «purificarse» lavandose las manos con un cazo y generalmente suele haber alguna figurita (normalmente un buddha) al que se le echa con el mismo cazo un poco de agua por encima.
Además tuvimos la suerte de que justo en este templo se estaba celebrando una boda japonesa, con sus preciosos y sobrios vestidos.
Volvimos a Hakone-en y en vista de que las nubes seguían afincadas alrededor del Fuji decidimos probar suerte subiendo a la cima del Komaga-Take en funicular a ver si disfrutando de las vistas del lago desde lo alto, además nos venía a visitar un ángel y como por arte de magia se abrían los cielos y veíamos a Fuji-san. Pero ni por esas oiga. Lo que si vimos fueron las espectaculares vistas de la zona que nos dejaron sin habla.
Esperamos a las últimas rayos de sol que atravesaban el denso manto de nubes para volver a bajar a Hakone-en y desde allí coger un ferry hasta Mato-Hakone, acompañados por los increibles colores que deja la tarde cuando ya está acostado el sol y se da la bienvenida a la noche.
En resumen, un sitio que merece muchísimo la pena, con o sin Fuji. Según me contaba Carmen es verano si que es practicamente imposible verlo ya que la bruma es tan fuerte que no permite ver a más de varios km de distancia. Pero oigan ustedes, si alguno va alguna vez y lo vé hagamelo saber que me moriré de envidia. 🙂
Mientras tanto siempre podreis ver las postales que otros más afortunados pudieron hacer. No se puede ganar siempre. 😉
Precioso….. Lamento q tu tampoco hayas conseguido ver el Fuji, pero bueno, una excusa mas para repetir viaje en cuanto puedas ;D
Por cierto, en la 6ª foto empezando por el final….. muy bonita, aunq de esta me imagino que le tendre q dar la enhorabuena a Carmen, q es la fotografa, no?? jejejeje
Como si me hicieran faltas excusas!!! jejeje 🙂 La próxima vez subo al Fuji!!!
Porque sí, habrá próxima vez (no se cuando ni como, pero si).
Le trasladaremos los méritos a Carmen por su instantanea. 🙂
El monte Fuji está situado en un vórtice espacio temporal que evita llegar a percibirlo o visitarlo. El otro extremo del vórtice se encuentra en Pelegrina, no te acuerdas?
Eso y que elenitaYoda nos daba los mapas en modo japonés. No puedo desvelarlo todavía, pero ya verás como todo cobra sentido en unos días (pa después de reyes… jejeje)