Qué malo es el síndrome post-vacacional. Con lo bien que andaba yo por las tierras donde nace el sol haciendo fotos y miradme ahora, de nuevo en Londres, con un jet-lag de caballo, intentando asimilar lo que he vivido en estos casi 20 dias de vida nipona.

La experiencia como os podreis imaginar, ha sido increible. Vuelvo con un grato sabor de boca y con ganas de volver sucesivamente y reiteradamente unas cuantas veces más. Es Japón un país que sorprende, lleno de contrastes, y completamente fascinante para quien recien llegado como yo, quien en estado de shock constante no he podido sino apreciar solo lo bueno de un pais tan diferente, rodeado de gente que al fin y al cabo son igual que yo, pero con los que no tienes nada que ver. Sensación extremadamente curiosa.

Me permitireis pequenyos pimpollitos, que no comienze a taladraros con las historias, avuenturas y desventuras todavía. Tengo el suenyo descolocado y no se en que dia vivo ni que hora cree mi cuerpo que es, pero os puedo asegurar que no me siento ahora mismo con fuerzas para andar organizando y estructurando como os voy a contar la amalgama de sentimientos y de historias que tengo.

Supongo que vuestras frágiles mentes os estarán empezando a hacer sudar, pero no sufrais aún mis queridos hobbits, que hare una razonable selección y no seréis torturados más de lo que os mereceis.

De momento solo mostraros una simple cosita. Y cuando la veais comprendereis sin dudarlo, que este día de más, esta pequenya tregua que os concedo os será muy de agradecer en breve.

Si. Es lo que pensais. Y podeis creeros las nefastas consecuencias que esto va a tener para vosotros.

Whahahahhahahahahahaaaaa!!!!