Un breve apunte final. Un pequeño recuerdito para nuestros gloriosos, generosos y magníficos anfitriones, que no contentos con sonreir mientras arrasabamos su morada, ramplabamos con los desayunos y roncabamos a pierna suelta, tuvieron la delicadeza de preparanos un cenorrio de muy señor mío.

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Entre otros, unos deliciosos calamares en su tinta, que hicieron de todo en nuestras bocas orcas y que acabaron saciando nuestros estómagos, previamente decorados con jamón, queso y otras delicatessen.

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Jose María, Begoña. Muchísimas gracias por todo. Espero que seáis conscientes que nos habéis dado ganas de volver. Allá vosotros!!! 😀