Enfrentarse al desnudo. Al propio. Vencer el miedo y el pudor en forma o con ayuda de la fotografía. Suponía un reto conmigo mismo que comenzó con una sencilla conversación. Gala, una amiga y fotógrafa a la que admiro me comentaba sus experiencias con el posado artístico tal y como vino al mundo tanto delante como detrás de la cámara.

En mi corta experiencia como fotógrafo de sesiones, ya me había enfrentado en algunas ocasiones a retratar desnudos femeninos. En todas las ocasiones me tomé cada encargo con una responsabilidad y un respeto tremendos. A nuestro favor (el de los modelos y el mío) es que todos acabamos encantados. No comienzan siendo sencillas, si para hacer una sesión de fotos normal los que son fotografiados por primera vez se vuelven al instante en tablas víctimas de un Petrificus Totalus, si se empieza por de desnudo hay que hacer un trabajo extra para romper el hielo.

Las primera ristra de fotos son para dejarlas en un disco duro, pero llega un momento tras dar vueltas a las ideas y ver las que van funcionando y las que no en que todo empieza a encajar y la sesión empieza a dar los resultados deseados. Las �modelos� se acaban viendo guapísimas (porque lo son, independientemente de lo que digan los dictados de belleza del momento) y se van con unas cuantas fotos emocionantes. Un recuerdo precioso, que como dice Gala, todo el mundo debería hacerse y sobre todo ahora que aún estamos estupendos.

Al acabar nuestra conversación me di cuenta de que me faltaba algo y es que por mucho cuidado que pusiera, me faltaba comprender que se sentía al otro lado de la cámara. Una idea que deseché rápidamente por absolutamente ridícula� pero, ¿lo era? Cuanto más vueltas le daba menos convencido estaba. Hasta que deje de estarlo por completo.

Cogí el teléfono y hablé con Gala. Había llegado el momento de vencer los miedos. Además, después de todo, lo peor que podía pasar es que las fotos acabaran perdidas en alguna carpeta de algún disco duro. Estuvimos algún tiempo dándole vueltas a algunas ideas, pero un desnudo masculino es más complicado y muchos menos fotogénico que uno femenino. Parecía complicado. Siempre lo parece. Y luego en el estudio se empiezan a probar cosas y el propio ojo del fotógrafo hace la selección natural y va improvisando sobre la marcha. Habrá fotógrafos que lo tengan tremendamente pensado y repensado antes. Nosotros para esta sesión no.

Dias previos a la sesión, llegó a mis ojos esta serie de fotos. Me fliparon al instante y me parecieron que encajaba muy bien conmigo. Juegos de luces y sombras sobre mi. Una excusa perfecta para no estar completamente desnudo, sino vestido con luz. Nos daría más juego y me ayudaría a tapar los michelos (si, pocos están a salvo del lavado de cerebro de la publicidad. Yo al menos, no).

Horas antes de la sesión, me perdía por google buscando imágenes de colores y formas que pudieran encajar en mi idea mental, sin demasiado éxito. Pero por estos azares del destino y estas cosas que tiene google images acabó apareciendo una fotos de un paisaje del Antelope Canyon. Eso me encajaba más. Y entonces llegó la idea. Si un paisaje me encajaba� ¿Donde podía encontrar paisajes e imágenes que mejor fueran conmigo que las mías propias? ¿Quién me iba a entender mejor? El puzzle tenía sentido.

Probamos y alucinamos. Yo mezclado con mis fotos, mimetizado, desnudo pero vestido con ellas. Después de unas cuantas pruebas Gala se encargó de irme ajustando centímetro a centímetro a las fotos. Haciéndome a ellas. Si, hubo ese extraño momento al comenzar la sesión en que el tiempo no se puede estirar más y hay que desprenderse de todo lo que no seas tú. Es un momento raro, ligeramente incómodo precedido de un quién me mandaba a mi, pero pasado ese instante, el resto de la sesión fue divertidísimo y sobre todo muy emocionante. Y aunque no lo esperaba salí encantado con el resultado.

Tanto que aquí estoy subiéndolas por mi propia voluntad, feliz de haberlas hecho y a gusto conmigo mismo y con la experiencia. Además, sinceramente, me parecen muy bonitas.

Gracias Gala y al estudio 274km, por haberme ayudado a hacer esta maravilla. En todos sus aspectos.

Gala Martinez | 274km