(Post que se relajo más de la cuenta entre platitos deliciosos y mucha calma por la península de Yucatán un 13 de Octubre de 2010)
Entre petardos y algún que otro fuego artificial la jarana se ponía en marcha. Ritmos latinos, más cercanos al son cubano que al marichi, rancheras o rock norteño. De blanco impoluto ellos, los yucatecos, con sus sombreros de ala corta y ellas, las yucatecas, con adornos florales y bordados de colores. Desde luego, si cada zona de México tiene su propia personalidad, el salto en la península de Yucatán iba un poco más lejos que lo asimilaba más a un cambio de país.
Las diferencias ganaban a las similitudes. Ni siquiera el castellano se hablaba igual. Cierto que cada región de México tiene su propia entonación, pero allí se asemejaba mucho más a un acento brasileño (ellos dicen que es al influencia del maya) por donde se colaban palabras en la lengua de Cervantes. Seguían siendo igual de majos, quizás con ese puntito que ya echaba de menos de no enfurruñarse ante la aparición de una cámara.
Por allí pasean los bisnietos de los bisnietos de los mayas, conservando su lengua y algunos apenas balbuceando el castellano. Mantienen eso sí, sus tradicionales casas coloridas, no tan coloniales como el resto de México y si bastante más chaparritas, más de andar por casa. Más humilde, más pueblecito.
Al menos así aparecía la zona Oeste, entre Campeche y Valladolid, pasando por Mérida (la Este mucho más turística ya es otro tema), vida era barata que se llevaba acompañada de cervezas y su propia gastronomía: Queso relleno, Poc Chuc, salbutes y panuchos, cochinita pibil, papadzul, sopa de lima, todo aderezado con su lógica ración de chile (esta vez habanero). Sólo por alegrar el paladar ya merecía la pena pasar por allí.
Mientras, la gente se reunía en la plaza de Mérida para ver bailar al ritmo tropical de los metales de la orquesta, también de riguroso blanco. Todo respira calma y un tempo diferente. Como si el mundo hubiera reducido la velocidad. Vamos güerito. Me estás estresando. A escuchar la trova, a bailar la jarana, lo demás, puede esperar.
Vuelven las bicicletas para moverse por las ciudades, con muchas menos calles y pocos vehículos, fácilmente caminables. Lugares manejables que no destacan por tener miles de cosas que explorar, que se ven en una tarde o en una mañana, pero que invitan a quedarse más, que no todo va a ser descubrir secretos y recodos ocultos. Insistimos. Relájese güerito.
Orquestas en los parques a los que los transeúntes, no prestan demasiada atención. Será consecuencia de tener música siempre rodeándote. Así que mientras tocan, nosotros a lo nuestro, que esto es como tener hilo musical constante.
Las calles se llenan con la caída del sol, revelando a toda la gente que ha estado oculta hasta entonces en antros y cantinas, a la espera de que las temperaturas bajaran un poquito. Lo justito para no derretirse, vamos. Paseitos a la orilla del mar, por el malecón que ahora se viste mirando al Golfo de México.
La sorpresa de lo inesperado, anclada en sus tradiciones sin necesidad de que haya un turista por medio, de las que hacen vibrar a un pueblo que se engalanan por placer para disfrutar unos con los otros y que los niños ya mamen desde pequeñitos la riqueza de sus tradiciones.
Me encantó, tengo que confesarlo. Me encanta cuando llego a algo tan auténtico y tan local, que no se doblega a la fuerza del dólar o el euro, que se hace porque es lo que la gente hace, donde tú como turista eres el extraño que tienes el honor de haber pasado por allí en el momento adecuado, sin nada que lo publicite salvo el boca a boca, sin carteles en inglés, que te digan �welcome to méxico� y te encasqueten un gorro de mariachi y ristras de tequila, por todas partes.
Por eso me encantó descubrir este otro mundo que desconocía, que a pesar de la cercanía se mantiene alejado del jaleo de su vecino del Este. Después de todo, ¿Quién sino a nosotros va a estar interesado en la jarana?
Para Caro, fantástica anfitriona y guía.
Me encanta que has descubierto otra faceta más de México, a mi también me gustan más los lugares menos turísticos, sobre todo porque son más auténticos. Creo que éste estilo de vida que describes aplica hasta Veracruz, toda esa región es muy alegre.
A mi me parece curioso cuando alguien al saber que soy mexicano (ahora estoy en Europa) me aborda y me dice «Me gusta México! yo conozco la Rivera Maya!», yo siempre les contesto que eso no es México. Es precioso pero totalmente enfocado al turista.
Otra cosa, creo que no me dejarás mentir, pero pienso que en lugares como éste que describes el concepto de «calidad de vida» toma otra perspectiva, ¿no es así? yo desde hace 12 años decidí vivir en ciudades medias o pequeñas.
Y no quiero sonar repetitivo, pero no me canso de ver tus fotos, son fenomenales!! espero no nos dejes huérfanos una vez que termines tu larga aventura…
Totalmente de acuerdo contigo, me gusta la autenticidad de los lugares, Mérida es así, orgullosa de sus tradiciones, su comida es riquísima y sus alrededores hermosos, siempre que puedo la recomiendo ampliamente, y que un viajero como tú de una opinión tan buena del lugar, me refuerza la idea.
Ojalá te haya gustado la comida, el chile habanero es muy fuerte, pero en pequeñas dosis en un taco de cochinita pibil es rico, -mmm se me hizo agua la boca-
No quiero que acabe tu viaje, siempre espero ver tus fotos y tus historias, dedicate a ello siempre, je, ojalá pagaran por ello.
=)
Bonitas hasta las últimas frases de este post. Me ha llegado, sí señor!
Coincido con que esa zona es muy diferente del este, pero fácilmente te encuentras también el que te intenta vender la hamaca o 10 personas intentando llevarte al «museo de artesanía» a.k.a. la tienda de mi primo.
Campeche me pareció muy pintoresca, aunque entre el calor que sufrimos y la poca gente que había por la calle (muchas tiendas, bares, restaurantes estaban cerrados), creo que le quitó encanto.
Mérida, como ciudad, personalmente me pareció prescindible.
Un abrazo!!!
mil gracias,, fue un gusto acompañarte por este breve recorrido y sobre todo que te haya gustado mi hermoso estado…aunque te haya perdido un poco jajajj saludos!!!!!
p.d Las fotos de los cenotes estan espectaculares!!!!!
Daniel, bueno, la rivera Maya con Cancún al frente… también es México!! jajaja!! De hecho supongo que gran parte de la economía de la zona viene de ese único punto, no? 🙂 pero entiendo lo que quieres decir… aunque lo veo un poco como Tailandia. Las zonas turísticas no son tailandia, con respecto a que pierden su esencia… pero ya son tantas que… ya es tailandia. No se si me explico…
Con respecto a las ciudades pequeñas y su calidad de vida: estoy de acuerdo, pero sigo siendo pez de ciudad grande. Quiero tener muchas opciones de hacer cosas… y estas se me quedaban bastante pequeñitas. Cuestión de gustos, supongo. Ya verás como me acabo tragando mis palabras cuando acabe en algún lugar pequeño…
Alesi, pues si, ojalá me pagaran por ello!!! La comida de la zona, fantástica. Lo digo en serio, creo que es la que más me ha gustado de todo México… Y por cierto, el picante de Yucatán es de lo más flojito que he probado en todo el país!!
Japogo, 🙂
Memoriadepez, pues si tienes a los que van a la caza del turista, pero tienes tus bailecitos de jarana en toda la plaza para la gente de la ciudad, las orquestas que suenan en campeche para la gente de la ciudad, etc… a eso me refería, que no está orientada al turista, que todos esos bailes y tradiciones son así, con toda la parafernalia y todo, y los hacen cada dos por tres. Y en el pueblecito de Baca donde estuve ni te cuento. Así se extrañaron de ver a alguien que no fuera del pueblo!!! jajajaja!!
Caro, un placer perdidos o no, pasar esos días contigo! 🙂
🙂
Bueno, entiendo tu punto de vista respecto a Cancún y no está nada alejado de la realidad. Yo las ciudades grandes las deje hace tiempo pero eso si, vivo cerca para tener siempre a la mano esas opciones.
Descubriéndote hasta ahora, mucho tiempo después de que realizaras éste post. Uno de los mejores que he leído. Debo admitir que es porque hablas de mi país, del lugar donde vivo, mi Yucatán; me invade la nostalgia y se me hace nudo enorme. Creo que capturaste correctamente nuestra escencia (digo nuestra nomás para sentirme parte de algo tan bello) y la plasmaste de una manera hermosa, natural. Gracias por esto. Abrazo.